jueves, mayo 27, 2004

Review: "Crónicas de dos cínicos", Joost Van der Meider. Oudtshoorn Publishers, Cape Town, 2004

"Crónicas de dos cínicos. Relevamientos sobre la conducta del grillo", Joost Van der Meider, 2004
El último trabajo del renombrado etólogo centra su observación en el grillo, insecto articulado del orden Orthoptera. Con esta investigación, se cierran todas las conjeturas y viejas hipótesis que rodeaban a esta temática.


Múltiples vicisitudes embarraron el camino hacia el conocimiento que estoicamente recorre Van der Meider. El consagrado etólogo (y, también, mencionaré, eximio cricket player) debió soportar una intensa convivencia de más de tres estibos con especies de las familias Gryllidae y Eumastacidae.

Como bien es sabido por la comunidad académica, la escuela vandermeidereana se diferencia de la malloneysta y de la matterana por su singular trazo metodológico: estudiar a las especies en cualquier hábitat, éste siempre definido por sorteo. Para desgracia del gran Joost, la tómbola quiso que sus estudios tomaran forma en el estrato arbóreo de la zona de Santa Fé de Bogotá, Colombia ("... a más de 45 pies de altura...", subraya en el épico capítulo La degollina anímica del zoólogo: sufrimientos, hastíos y lágrimas de una científico).

La hipótesis que guía la obra sostiene que los grillos no cumplen ninguna función en su nicho ecológico más que la de mofarse, burlarse de la especie humana. Tamaña afirmación retumba en los salones de la academia, desordenando a su paso muchos de sus muebles y ornamento conceptuales. La idea plenamente aceptada de la supervivencia darwiniana es, así, reemplazada por la afirmación de que existe un comportamiento ético carente de buena moral en la cotidianeidad de los grillos. Las obseravciones de Van der Meider evidencian un logística simple llevada a cabo por sólo dos ejemplares. Como quien espía a una vecina desnuda, el sudafricano desenmascara la inescrupulosidad del grillo: "Como todos debemos haber notado, es imposible descubrir un grillo en pleno canto. Cada vez que nos vemos perturbados por dicha emisión, nos acercamos al que creemos su epicentro... pero este se desvanece y, como si se teletransportase, vuelve a emerger, perseverante e incordial, desde una ubicación diferente. ¡Ah! ¡Revivo la indignación y la carne se me retuerce!" El gran descubrimiento radica en que la especie tiene la particularidad de operar en parejas, desorbitando el entendimiento del hombre presente. La mecánica es simple: un primer grillo -"el agente provocante", en términos vandermeiderianos- roza sus élitros produciendo un persistente grillar (canto del insecto); cuando el ingenuo humano se acerca -cualquiera fuesen sus intenciones-, el primer ortópetro acalla su grillar, dando lugar al segundo grillo -"el agente irritante"- para que continúe con su cantiga. Mientras transcurre este segundo canto, que se corresponde con el desvío de la atención del humano hacia este nuevo centro emisor, el primer grillo cambia de ubicación, preparándose para un nuevo canto ni bien su compañero enmudezca. La secuencia se repite incesante y el humano timado no hace más que preguntarse por el paradero del único grillo que el cree presente.

La dura experiencia de Van der Meider queda explicitada en la definición de la novel metodología utilizada. "Mi presencia en dicho hábitat debe mucho a la antropología. Debí mezclar una obviamente necesaria observación participante y mi ya sabida obsesividad en la recopilación de datos -lo que se corresponde con el método de desripción densa- con un sentimiento de impotencia y rabia constante hacia la horriblemente sarcástica especie. El resultado fue un nueva manera de recopilar datos impidiendo que los sentimientos afloracen: la observación denigrante.

El canto de los grillos, nos revela el sudafricano, no es más que una explosión de risa; los insectos están bajo los efectos de una sensaión exacta a la humana tentación de risa. Y es aquí donde se cierra el círculo: la imposibilidad de toparse a un grillo en pleno canto se explica con la categoría de grillo impar -odd zool- o grillo triste -sad zool- . El grillo impar no tiene nada de que reirse dado que no tiene compañía para burlarse de la espeie humana; el grillo impar es, por tanto, grillo triste.

Van der Meider, heroicamente, denuncia el cinismo de una especie, ahora lo sabemos, sobreestimada por la sociedad humana -no hay más que recordar que, para el decir popular, matar a un grillo es causa de 7 años de mala suerte. Honremos a Van der Meiden, admiremos su justa naturaleza!

1 comentario:

Anónimo dijo...
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